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31 de mayo de 2021

Francisco González: “El agradecimiento de las familias es lo que me motiva”

Es un rostro familiar para los más de 200 funcionarios que suelen ingresar al Hospital Metropolitano al inicio del primer turno. A esa hora, Francisco González no sólo asume con modestia el importante rol de repartir alcohol gel a cada uno de los trabajadores que comienzan su jornada laboral, sino que lo hace repartiendo buenos días y, en general, distendiendo un ambiente que suele ser tenso apenas suben a las salas, más aún en los peores momentos de la pandemia.

Minutos después, este enfermero titulado en la Universidad de Chile, ya en su función de Jefe de Anatomía Patológica (APA), debe asumir la ingrata tarea de ser el último funcionario del hospital que ven aquellos familiares que han perdido a un ser querido por causa del COVID-19. Una labor que puede ser dura, pero que él asume con el mismo espíritu, intentando empatizar con quienes se enfrentar al dolor de ver partir a uno de los suyos y, encima, en circunstancias tan especiales.

“Soy quien recibe y quien despide. En las mañanas, trato de ser un punto de inflexión, de hacer que la gente entre sacudida en buena onda, con una vibra bonita. Luego, también intento generar una instancia de distención en el equipo a mi cargo, porque aquí se vive mucho dolor, mucha pena y uno, entonces, debe procurar que, sin caer en la chacota por supuesto, la gente sienta que está en un ambiente grato para que siga motivada”, explica el profesional.


González explica que hacerse cargo de un área tan sensible no fue sencillo ni se lo esperaba, pues “cuando me enteré que se necesitaba gente para abrir el Metropolitano, le estaba dando una nueva oportunidad a la enfermería, pues tenía planteado dedicarme a otros proyectos personales, pero entre el estallido social y la pandemia lo hicieron inviable”.

“Por eso, decidí venir sin ninguna expectativa y cuando me plantearon la opción de asumir asumo que fue sorpresivo, pues Anatomía Patológica no está en el campo clínico habitual de enfermería, pero cuando me explicaron que sería un proyecto distinto, orientado a la entrega de fallecidos en pandemia, entendí que se le quería dar una vuelta de tuerca al asunto”, cuenta el enfermero.

Por eso, cuando le preguntaron si estaba preparado para esta tarea “dije que sí, sin pensarlo, aunque mi única experiencia similar había sido en el Hospital Dipreca, donde teniendo menos habilidades que ahora, me vi enfrentado a tener que solicitar órganos, lo cual es muy difícil, muy duro. Haber lidiado con eso siento que me preparó también para esta labor”.


Una tarea a la que llegó con la idea clara de “romper con el concepto tan arraigado de que esto es impersonal y frío para, por el contrario, convertir nuestra labor en algo cercano, humanizado y con un trabajo pensando hacia las familias, en un ambiente más coloquial con ellas, entendiendo que las emociones son muchas y, por lo mismo, buscando entregar algo más”.

El Jefe de APA cuenta que “lo que más valoro es la retroalimentación inmediata que uno tiene de las familias. En general, todos se van muy agradecidos no sólo con nosotros, sino que con todas las unidades del hospital, y eso a uno lo hace ser también muy agradecido hacia ellos. Porque eso es lo que a uno lo motiva. Yo siento que Dios me quiere y me puso aquí por algo. Y creo que me quedé corto en lo que pensaba que sería mi labor acá”.

A la hora del balance, González cree que en este primer año el equipo de seis personas a su cargo “hizo un lindo trabajo en función de lo proyectado y creo que no fuimos capaces de dimensionar en lo que nos estábamos metiendo, pero supimos ir respondiendo en la medida que teníamos un evento tras otro. Fuimos mejorando en cuanto a la atención hacia las familias y en la pesquisa de sus necesidades, pues cada una es distinta. Eso, al cabo, me deja muy satisfecho”.