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2 de noviembre de 2021

Nuevas metas para reducir el consumo de sal y prevenir enfermedades cardiovasculares

A la hora de los balances, Chile es uno de los peores del mundo en cuanto al consumo de sal. En efecto, en la última Encuesta Nacional de Salud se reveló que los chilenos ingieren en promedio 9,4 gramos de sal al día, lo que es casi el doble de lo que sugiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) y coloca a nuestro país entre los top ten mundiales en esta negativa estadística.

El asunto es un problema generalizado en Latinoamérica, donde según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) el consumo promedio en la región oscila entre los 8,5 y 15 gramos por persona.

En virtud de estas cifras preocupantes, la OPS lanzó nuevas metas para disminuir el consumo de sal en la población, a través de la reformulación de productos procesados y ultraprocesados, que es de donde proviene la mayor parte del sodio consumido en la dieta.

¿Por qué es importante disminuir el consumo de sal? Pues porque esto puede prevenir la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, que son las principales causas de muerte en nuestra región.

Según el organismo, la evidencia muestra que más de la mitad de las muertes por enfermedades cardiovasculares se atribuyen a presión arterial alta, algo que puede verse exacerbado por el consumo excesivo de sal.

“Los países de las Américas acordaron reducir el consumo mundial de sal en un 30% para el 2025, pero la pandemia por COVID-19 ha empeorado la situación al crear nuevos desafíos para la prevención y control de los factores de riesgo debido a los confinamientos y cambios significativos en los estilos de vida, incluyendo un aumento en el consumo de productos no saludables”, afirmó Anselm Hennis, Director de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la OPS.

Recalcó, entonces, que “es sumamente importante que los gobiernos aceleren sus iniciativas para alcanzar esa meta”.

Las nuevas metas regionales de la OPS para la reducción de la sal 2022-2025 se enfocan en disminuir el contenido de sodio en los alimentos procesados consumidos frecuentemente como pan, cereales y granos, carnes procesadas y productos lácteos.

Son, entonces, una actualización más detallada de un primer conjunto desarrollado en 2015 y presentan “umbrales” máximos de sodio para 16 categorías y 75 subcategorías de productos alimenticios a reformular.

En nuestro país, un paso importante fue la aplicación de los sellos negros en los alimentos, que advierten cuando un producto tiene valores altos de sodio, iniciativa que también se impulsó en países como Uruguay o México y que será replicada ahora en Argentina dados los buenos resultados preliminares que se han observado tras su puesta en marcha.