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23 de agosto de 2021

Científicos aseguran que el COVID-19 es “una máquina de infectar”

Mientras en Chile, afortunadamente, las cifras en torno a la propagación del COVID-19 son cada vez más alentadoras, la situación mundial en torno a la pandemia no deja de ser preocupante, con la feroz irrupción de la variante Delta en países donde parecían tener controlado el coronavirus, como son el caso de Israel o algunas naciones europeas.

Por ello, y más aún con la proximidad de las Fiestas Patrias, el llamado a mantener el autocuidado y a sumarse al plan de vacunación se refuerza, considerando que dos de los factores más importantes que podrían explicar la leve incidencia de la variante Delta en nuestro país son el alto porcentaje de personas vacunadas y el que se mantenga la obligatoriedad de usar mascarillas en sitios públicos.

Puntos que, ante el panorama actual, los científicos comienzan a sumar a otros como causantes de que la presencia del virus comience a escalar en algunos países, como la apatía de algunos sectores de la población hacia las vacunas, la liberación de algunas barreras sanitarias y, sobre todo, la desigual distribución de vacunas en el mundo. “Se podría haber evitado el que haya tantas infecciones con la variante Delta circulando en Estados Unidos y Europa”, apunta el sudafricano Darren Martin, investigador de la Universidad de Ciudad del Cabo.

Martin sostiene que “el hecho de que una variante invada a muchos países no es algo nuevo, ha pasado antes y volverá a pasar”. El problema, a su juicio, es que “el coronavirus es implacable, es una máquina de infectar y todo lo que hagamos para eliminar sus imperativos de supervivencia se topará con adaptaciones evolutivas”.

“La humanidad le está dando muchas oportunidades a este virus”, agrega Joan Caylà, vocero de la Sociedad Española de Epidemiología, considerando que “el coronavirus tiende a mutar con mucha facilidad” y, por ende, mientras más se transmite, las posibilidades de que muten son mayores.

Ambos, por lo mismo, concuerdan en que es necesario acelerar el proceso de vacunación en aquellos países más atrasados.

“Esperar que lo que se haga en Europa o Norteamérica para evitar la transmisión del virus vaya a tener un impacto en doblegar la evolución global del virus es como esperar que los castillos de arena en la playa detengan la marea que se aproxima”, aseguró Martin.

Y Caylà concuerda en que “el único modo de evitar la aparición de nuevas variantes sería que todos los países tuvieran acceso a las vacunas”, porque “bien podría llegar un momento en que, ante tantas transmisiones, aparezca una cepa con cambios tan importantes que ya las vacunas dejen de ser efectivas y eso sí que sería un desastre”.