Hasta el inicio de la pandemia, la vida del británico Dave Smith era bastante normal. A sus 72 años, seguía activo como instructor de manejo, pese a que venía saliendo de una exitosa quimioterapia a la que se sometió para superar una leucemia. Por eso, como todos los adultos mayores con afecciones de salud preexistentes, se preocupó mucho cuando el COVID-19 comenzó a expandirse sin control por el Reino Unido a comienzos del año pasado.

Sus preocupaciones aumentaron cuando, en marzo de 2020, comenzó a tener los primeros síntomas de la enfermedad. Y los temores se confirmaron a los pocos días: tras hacerse el examen PCR, el resultado fue positivo. Temía lo peor, viendo además cómo se multiplicaban los muertos de su edad en todo el mundo, pero juntó fuerzas para afrontar un nuevo desafío. Eso sí, jamás se imaginó que el calvario duraría tanto tiempo.

Casi un año y medio después, Smith mira hoy el mundo con otros ojos y, según su relato a la cadena británica BBC, ese primer positivo sería el primero de muchos: “Los conté, fueron 43”.

En efecto, este periodo para el instructor inglés ha sido una verdadera pesadilla, pues desde entonces estuvo siete veces internado en hospitales, perdiendo casi 60 kilos durante su enfermedad, pues estuvo casi siempre postrado y teniendo que ser atendido por el personal de salud, ya que sus niveles de energía eran mínimos.

“Rezaba todo el tiempo pidiendo que el próximo examen PCR fuera negativo… pero nunca lo era”, recuerda Smith, para quien la muerte siempre estuvo a la vuelta de la esquina y, por ello, ya había dispuesto todo para evitarle mayores sufrimientos a su esposa.

Pero tal como a la leucemia, fue capaz de superar al COVID, tras estar infectado por más de 290 días…. lo normal es que las personas eliminen el virus de su cuerpo en un promedio de 10 días.

“En un momento dado estuve tosiendo cinco horas sin parar. Desde las cinco de la tarde hasta las diez de la noche. No puedes imaginar el agotamiento que genera esto en tu cuerpo”, recuerda.

Según sus médicos, lo de Smith no se trató de una sucesión de infecciones, sino que más bien de una infección persistente, de acuerdo a lo que arrojó la secuenciación del virus en el laboratorio, siendo uno de los casos de infección activa por COVID-19 más prolongados que se tenga registro.