En octubre del año pasado, en India, se detectó por primera vez la que hoy se conoce como la “variante delta”, luego de que hace unas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó llamar de acuerdo al alfabeto griego a las distintas cepas conocidas de COVID-19.

Hoy, casi ocho meses después, esta variante asoma como el principal peligro en el combate contra la pandemia, pues se trata de una cepa más contagiosa y que, sin ir más lejos, si bien representa sólo un 6% de los casos en Estados Unidos, en países como Inglaterra su incidencia es mucho más alta, con más del 90% de los casos de contagios.

En el mundo ya ha sido detectada en 74 países y aunque todavía no ha llegado a Chile, sí se ha detectado en países vecinos como Perú o Argentina.

Heriberto García, director del Instituto de Salud Pública (ISP), explicó que la variante no ha sido detectada en los estudios regulares que el organismo hace en los aeropuertos, por ejemplo, y no descartó que pueda ocurrir lo mismo que con la variante alfa, que está “en retirada” en nuestro país por no cumplir “cierta adaptación para el medio que tenemos acá en Chile”.

Afirmó, igualmente, que la población debe estar atenta, cumplir con los plazos de vacunación y, por supuesto, mantener las medidas de seguridad como el respeto a los aforos máximos, el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavado de manos.

La vacunación, de hecho, es lo que ha permitido que la variante no ingrese con fuerza a Estados Unidos, pues la vacuna Pfizer-BioNTech, que también es parte de nuestro plan, se ha mostrado con un 88% de efectividad para prevenir la enfermedad asintomática, según un estudio de Public Health England, en personas que recibieron sus dos dosis.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS?
Así las cosas, es importante tener claros los síntomas, pues esta cepa es un poco distinta a las otras variantes.

El profesor Tim Spector, epidemiólogo del King´s College de Londres, aseguró a la BBC que las personas más jóvenes infectadas por la variante delta podrían sentirse “más como si tuvieran un resfriado fuerte” y, aún cuando podrían no estar enfermo, igualmente serían un riesgo de contagio.

Los síntomas más comunes de la variante son tres: dolor de cabeza, dolor de garganta y secreción nasal.

Si bien se mantienen otros como la fiebre alta, la tos continua y la pérdida de olfato y gusto, lo cierto es que según los pacientes que se han contagiado con esta cepa, su incidencia es mucho menor que en otras variantes de COVID-19.

De hecho, al menos en Inglaterra, la pérdida del olfato ya ni siquiera asoma entre los síntomas principales, al parecer por la alta incidencia de la variante delta.