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24 de mayo de 2021

Relatos de un hospital en pandemia: La historia de Mercedes

“¡Gracias, gracias!…”, decía una vocecita aguda y apenas audible desde la sala 611 de la unidad de camas medias. Su salud se había deteriorado. Cuentan los hechos que venía desde una institución de adultos mayores, que mal cuidado le daba. Tenía una sobrina, que a cargo de ella no podía estar, como único familiar.

Sigilosa figura, una rama quebradiza, una espina en el ocaso. Su nombre era Mercedes. Una vez la confundí con su vecina María: “Me llamo Mercedes”, me dijo molesta, pues su nombre había olvidado.

Con el equipo de enfermería hacíamos todo por cuidarla. Su aspecto enflaquecido mitigaba nuestra esperanza; el COVID-19 había llegado para quedarse en su pequeño cuerpecito. Sin embargo, pese a su frágil estado y como dicen nuestros abuelos, “tenía un cuerpo resistente», quizás por una vida marcada por el esfuerzo y la juventud extraviada en las largas jornadas entregadas a otra familia.

Un día me contó su historia. Pese a su estado quejumbroso y algo perdido, me dijo que era del sur, que trabajaba con “los patrones”, que nunca tuvo hijos, que “sus jefes tenían dinero” y que había dado todo por esa familia. Cuando quise seguir indagando, una vocecita aclaró: “ya déjame, no quiero seguir hablando”. Y es que tenía su carácter; ni tocarla podíamos; a las técnicos le decía “basta, basta, no quiero más”. “Ya, ya”, lo repetía unas 20 veces, lo cual algo de gracia nos daba, por su singularidad.  Luego le rezaba un par de palabras a la Virgen y al Señor y se olvidaba.

Mercedes es un ejemplo de muchos adultos mayores que sucumbieron al COVID a mediados de esta pandemia. Y es que el dilema ético de avanzar o no aterriza sobre el equipo de camas medias. El sufrimiento es algo que queremos evitar. Mercedes ya no se encuentra entre nosotros. Nos costó unas semanas acostumbrarnos a la ausencia de esa vocecita frágil. Cuentan que se fue apagando con los días, que su alma dio un respiro a la incertidumbre. Sus ojitos rezagados, su encorvada figura, la fragilidad física…

 Son historias que quedarán en nuestra memoria…

* Este relato fue escrito por la kinesióloga Malva Garín en el marco del proyecto «Relatos de un hospital en pandemia» que busca retratar las múltiples historias vividas en nuestro recinto durante la crisis sanitaria.